
En Ofrendas del cantador se presenta en el lienzo la reiteración de figuras antropomorfas mezcladas con figuras de animales, creando mundos mágicos, imaginados, con el ingrediente del ritual fantasmagórico.
De innegable capacidad creativa de situaciones irreales mezcladas con intenciones de búsqueda de raíces ancestrales, bañadas de un colorido expresivo, característico de la escuela de Azuero.